lunes, 24 de octubre de 2011

El sucesor de Valentino

Rugía la Honda como cualquier otra mañana de domingo. Se apagaron los semáforos y todas las motos lucharon por hacer una buena salida. Se sentía la emoción a flor de piel, como en cada carrera de motociclismo.

Tras una primera vuelta y un arriesgado enfrentamiento con Álvaro Bautista, hasta el límite, como sólo él sabía hacerlo, ‘SuperSic’ se fue al suelo. Y de pronto se hizo el silencio. Una caída que silenció los rugidos de las motos.

Tan grande en estatura como de corazón. Así lo definían muchos de sus amigos. A pesar de estar envuelto en numerosas polémicas por su pilotaje agresivo, esa era simplemente su faceta de piloto. Pero sólo eso, en su vida diaria era un joven divertido, amigo, pareja, algo ‘payasete’, ya que en numerosas ocasiones se le había visto bromeando ante las cámaras, esa persona que siempre tenía una sonrisa para regalarle a sus seguidores.

Tras diez años de circuito en circuito, se conformaba como uno de los mejores pilotos de la parrilla. Durante el campeonato actual terminó en el suelo en varias ocasiones durante las primeras carreras, hasta que poco a poco fue dominando la Honda hasta conseguir su primer podio en la categoría reina en la República Checa el pasado agosto y su primer segundo puesto en el circuito de Australia la semana pasada.

En el circuito de Sepang fue donde en 2008 consiguió, tras seis victorias, su primer mundial de 250cc. Ese mismo circuito fue el que ayer vio como el mundo del motociclismo perdía a un piloto con un gran futuro profesional.

Murió al límite, haciendo lo que más le gustaba, pilotando una moto. Sabía que cuando un semáforo se apagaba comenzaba el peligro. Era salir a jugársela, pero él no tenía miedo porque era uno de los grandes. Porque hacía lo que más le gustaba, porque disfrutaba de cada vuelta. Así era el posible sucesor del nueve veces campeón del mundo, Valentino Rossi. Así era Marco Simonceli.


PALOMA PÉREZ