martes, 30 de octubre de 2012

Despedida temporal

La actualización de este post es para despedirme temporalmente.  Estoy inmersa en una historia, no sé si llegará a dar sus frutos, pero tengo que intenarlo, por ello voy a prestarle toda la atención que mi tiempo me permita. Mientras tanto el blog estará parado, no habrá actualizaciones, o no por lo menos de manera periódica, pero volveré, con muchas más ganas, y esperemos que con algo nuevo que mostraros.

Este es el motivo de mi parón temporal:

"- Vamos Valeria, que al final nos vamos muy tarde y vamos a coger atasco – le dice su madre con paciencia.
 -  Ya voy mamá, espera, que me queda por meter el calzado en la maleta – responde Valeria alterada mientras corre de un ladro para otro buscando sus cosas.
  -  ¿Pero cómo llevas tanta ropa hija? – según pasaban los minutos su madre empezaba a incomodarse.
Ya lo sé mamá, pero en León nunca se sabe. Tendré que llevar varios modelos, aunque tampoco sé muy bien para qué me preocupo tanto… - comenta pensativa.
-  Bueno, venga, coge tus cosas que nos vamos. Papá lleva por lo menos media hora esperándonos en el coche – Valeria había colmado su paciencia.


Después de un largo año, por fin llegaban las ansiadas vacaciones. Día 23 de julio, tocaba emprender el camino. Como todos los años, Valeria viajaba con sus padres y su hermana Sandra al pueblo. Hacía calor, por eso pensaba que León es una buena elección para pasar el sofocante verano.
Valeria vivía en Madrid y le encantaba su ciudad, le gustaba pasear por las calles del centro y entrar a las tiendas a probarse ropa. Sus padres, sin embargo, preferían la tranquilidad y siempre aprovechaban la mínima ocasión que sus trabajos les permitían para viajar a su pueblo. A Sandra también le gustaba Madrid, pero disfrutaba inmensamente en el pueblo cada vez que iban. Siempre decía que si tuviera que elegir entre Madrid o León no podría hacerlo.
A pesar de estar emocionada por cambiar de aires, Valeria creía que quizá el destino habría sido mejor otro, puesto que temía pasarse todo el mes aburrida metida en casa.  Pero los dieciséis años te hacen ver la vida de otra forma y Valeria no podía negar que en el fondo se sentía  emocionada ante lo que le depararía el mes de agosto. Quizá todos tenemos un sexto sentido".

@palomaperezdiez

lunes, 15 de octubre de 2012

Hay noches que merecen un BIS

Hoy me atrevo a comenzar la actualización de mi blog con una afirmación: “Si no has sentido esa sensación de ‘el día de después’ no has vivido”. Supongo que al citar la famosa frase, más de uno se ha sentido identificado con esa sensación que te hace vivir un ‘día de después’ como si estuvieras constantemente dando saltitos de una nube a otra. Pues bien, podríamos decir que todo comienza de la siguiente forma.

Noche del viernes. Hace un par de semanas conoces a un chico que llama tu atención, tras un breve pero intenso acercamiento, decides volver a quedar con él en varias ocasiones. Os tomáis una coca cola mientras decidís contaros como son vuestras emocionantes vidas. Te gusta, parece que el chico está bien y lo que te cuenta sobre su vida parece interesarte y llamarte la atención. Decides volver a quedar con él. Otro día, le acompañas a comprar unas cosas y sigues sintiéndote a gusto.

Volvemos a la noche del viernes. A las 23:00 horas tienes una cita. ¿Qué me pongo? Tienes un modelito pensado en tu cabeza pero cuando te lo pones decides que no queda tan bien como habías pensado. Habrá que probarse más ropa. Una camiseta, dos, tres…y ¡ningún resultado! Tras varios intentos decides volver a probarte el primero que tenías pensado. Parece que ahora lo ves de otra manera, puede ser porque nada de lo otro te ha convencido, pero decides salir con eso. Te maquillas, te perfumas, un poco en las muñecas por si te acaricia, un poco en el cuello, por si te besa y un poco en el escote, ¡por si las moscas!

A las 23:00 en punto suena tu móvil. Ya está abajo esperándote. Emocionada terminas de calzarte a toda velocidad y bajas. “Buenas noches, estás preciosa”, te dice él. “Muchas gracias, tu tampoco estás nada mal”, contestas tu. Y esas sonrisas cómplices comienzan a aparecer. Decidís ir a tomar algo. Una cerveza, dos… y las palabras van brotando por sí solas y te sientes a gusto, muy a gusto. Durante la velada no faltan las risas, los besos, las miradas, esas primeras tímidas caricias y cada segundo que pasa estás más segura de que posiblemente sea eso lo que quieres.

Ninguno de los dos vivís solos, os falta esa última copa en casa, pero se os ocurre una solución. Os compráis unas cervezas y os quedáis en el coche hablando tranquilamente. Los minutos pasan y las sensaciones van aumentando. Te besa, te hace sentir especial, sabes que tu provocas lo mismo en él. Es extraño, sí, no hace mucho tiempo que lo conoces pero sientes una gran confianza hacia él. Estás a gusto, sabes que ahí es donde quieres estar. La noche consigue que terminéis haciendo el amor. Es la primera vez que os acostáis y hay una complicidad nunca sentida.

Te lleva a casa, os despedís y subes a casa feliz. De pronto suena el móvil, lo estabas esperando. “Ha sido una noche increíble. Me encantas. Espero que nos veamos pronto”, te escribe en un sms. “Dalo por hecho ;-)”, le contestas tu. Y te acuestas a dormir repasando mentalmente minuto a minuto la velada.

Amanece sábado. Te duele un pelín la cabeza a causa de las cervezas de la noche anterior. Pero estás emocionada. Sigues rememorando todo lo ocurrido. Hay algo que te dice que es él. Estás segura. Sientes esa sensación del ‘día de después’, contenta, sonriente, sin dejar de pensar en lo ocurrido, deseando con todas tus fuerzas que no se quede en una noche. 

¿Será algo más o simplemente es la sensación causada por el momento? Lo dejo en la mente de cada uno. Se aceptan opiniones. Tanto si la cosa avanza como si se queda en eso, está claro que esa sensación del ‘día de después’ es estupenda, todo el que la haya vivido puede afirmarlo. Sin duda, hay noches que merecen un BIS.

@palomaperezdiez