Hoy me atrevo a comenzar la actualización de mi blog con una
afirmación: “Si no has sentido esa sensación de ‘el día de después’ no has
vivido”. Supongo que al citar la famosa frase, más de uno se ha sentido
identificado con esa sensación que te hace vivir un ‘día de después’ como si
estuvieras constantemente dando saltitos de una nube a otra. Pues bien,
podríamos decir que todo comienza de la siguiente forma.
Noche del viernes. Hace un par de semanas conoces a un chico
que llama tu atención, tras un breve pero intenso acercamiento, decides volver
a quedar con él en varias ocasiones. Os tomáis una coca cola mientras decidís
contaros como son vuestras emocionantes vidas. Te gusta, parece que el chico
está bien y lo que te cuenta sobre su vida parece interesarte y llamarte la
atención. Decides volver a quedar con él. Otro día, le acompañas a comprar unas
cosas y sigues sintiéndote a gusto.
Volvemos a la noche del viernes. A las 23:00 horas tienes
una cita. ¿Qué me pongo? Tienes un modelito pensado en tu cabeza pero cuando
te lo pones decides que no queda tan bien como habías pensado. Habrá que
probarse más ropa. Una camiseta, dos, tres…y ¡ningún resultado! Tras varios
intentos decides volver a probarte el primero que tenías pensado.
Parece que ahora lo ves de otra manera, puede ser porque nada de lo otro te ha
convencido, pero decides salir con eso. Te maquillas, te perfumas, un poco en
las muñecas por si te acaricia, un poco en el cuello, por si te besa y un poco
en el escote, ¡por si las moscas!
A las 23:00 en punto suena tu móvil. Ya está abajo
esperándote. Emocionada terminas de calzarte a toda velocidad y bajas. “Buenas
noches, estás preciosa”, te dice él. “Muchas gracias, tu tampoco estás nada
mal”, contestas tu. Y esas sonrisas cómplices comienzan a aparecer. Decidís ir
a tomar algo. Una cerveza, dos… y las palabras van brotando por sí solas y te
sientes a gusto, muy a gusto. Durante la velada no faltan las risas, los besos,
las miradas, esas primeras tímidas caricias y cada segundo que pasa estás más
segura de que posiblemente sea eso lo que quieres.
Ninguno de los dos vivís solos, os falta esa última copa en
casa, pero se os ocurre una solución. Os compráis unas cervezas y os quedáis en
el coche hablando tranquilamente. Los minutos pasan y las sensaciones van
aumentando. Te besa, te hace sentir especial, sabes que tu provocas lo mismo en
él. Es extraño, sí, no hace mucho tiempo que lo conoces pero sientes una gran
confianza hacia él. Estás a gusto, sabes que ahí es donde quieres estar. La
noche consigue que terminéis haciendo el amor. Es la primera vez que os
acostáis y hay una complicidad nunca sentida.
Te lleva a casa, os despedís y subes a casa feliz. De pronto
suena el móvil, lo estabas esperando. “Ha sido una noche increíble. Me
encantas. Espero que nos veamos pronto”, te escribe en un sms. “Dalo por hecho
;-)”, le contestas tu. Y te acuestas a dormir repasando mentalmente minuto a
minuto la velada.
Amanece sábado. Te duele un pelín la cabeza a causa de las
cervezas de la noche anterior. Pero estás emocionada. Sigues rememorando todo
lo ocurrido. Hay algo que te dice que es él. Estás segura.
Sientes esa sensación del ‘día de después’, contenta, sonriente, sin dejar de
pensar en lo ocurrido, deseando con todas tus fuerzas que no se quede en una
noche.
¿Será algo más o simplemente es la sensación causada por el
momento? Lo dejo en la mente de cada uno. Se aceptan opiniones. Tanto si la
cosa avanza como si se queda en eso, está claro que esa sensación del ‘día de
después’ es estupenda, todo el que la haya vivido puede afirmarlo. Sin duda, hay noches que merecen un BIS.
@palomaperezdiez
No hay comentarios:
Publicar un comentario