viernes, 18 de mayo de 2012

Un mundo sólo de dos


Como bien reza el dicho: “En primavera la sangre altera”. Parece que el sol resplandeciente brillando en el cielo, los pajarillos cantando y las flores, que consiguen decorar cualquier ambiente, además, de inundarnos con un maravilloso olor, es el mejor escenario para enamorarse.

¿Por qué?, podríamos preguntarnos. ¿Qué diferencia hay entre la primavera y el invierno? También podríamos agarrarnos a la maravillosa excusa del frío que hace para que nos abracen. Es algo tan recurrido como ver una película de miedo y agarrarte fuerte excusándote en el miedo que te produce el filme.

Sin embargo, sigue siendo mucho más emocionante enamorarse en primavera. Ir al parque, pasar un rato tomando unas cañitas en una terraza, pasear por la calurosa noche madrileña o hacer una escapadita a algún río cercano se han convertido en “esos momentos” que se convierten en inolvidables.

El problema es que en pocos meses llega el verano, y pasamos de la estación para enamorarse a la estación para desmelenarse. ¿Aguantará ese (todavía) inestable amorío? ¿Será amor verdadero o simplemente se tratará de ese “estar en las nubes” pasajero?

Imposible contestar a eso. Lo importante es vivirlo y disfrutarlo, ya se verá si se convierte en algo o no. ¿Será amor verdadero? ¿Pero qué es el amor? ¿Se le puede llamar a esto amor?

Para mí el verdadero amor es aquel en el que una mujer de ochenta y un años pasa las horas sentada a los pies de la cama de su marido sin separarse ni un minuto, es darle una galleta, aunque no debería, pero hacerlo por darle un mínimo de felicidad en esos momentos.

Amar a alguien es mirar esa cara llena de arrugas y que los ojos sigan brillando como el primer día al no poder evitar dibujar una sonrisa en su rostro cada vez que la ves. Cuidarla, mimarla y saber que entre los dos habéis construido un mundo que os pertenece solo a vosotros.

Amor es perder a la persona con la que has compartido tu vida y no poder dejar de pensar en ella, mirar su foto y sentir esa necesidad de besarla a cada segundo del día, acordarse de que, en algún momento, fue completamente feliz y que esa felicidad la compartió con ella, porque esa persona era parte de su felicidad.

@palomaperezdiez

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