martes, 5 de junio de 2012

"Me niego a olvidar"

Situémonos en una época oscura, llena de injusticia y de terror; la guerra civil española (1936-1939). Demasiados sucesos dolorosos ocurrieron durante ese período. Me tomo la libertad de relatar uno de ellos, basado en una fuente que me ha pedido que no se olvide lo que ocurrió durante aquella época porque no hay más temor que volver a repetirlo.

Salientes es un pequeño pueblo de León muy cercano a Asturias, zona que en aquellos momentos era clave respecto a la situación política que vivía el país. Allí vivía Ismael Escudero Álvarez, un joven que había hecho la mili en África y que posteriormente había estudiado magisterio. Llegó a ser un buen maestro y, como ya todos sabemos, la envidia es muy mala, más si perteneces a un pueblo de tan sólo trescientos habitantes, por lo que Ismael se convirtió en el punto de mira de muchas críticas.

La noche del 4 de diciembre de 1937 se encontraba en casa con su familia, acompañado de dos mujeres del pueblo, supuestamente amigas suyas, con las que estuvo charlando toda la noche mientras disfrutaban de un café caliente para combatir la fría noche leonesa.

A altas horas de la madrugada, cuando dormía plácidamente, comenzaron a sonar golpes, alguien estaba aporreando la puerta. La madre de Ismael vio por la ventana que se trataba de militares del bando nacional y supo que venían a detener a su hijo desde el primer momento, no tenía dudas, su hijo había cometido uno de los mayores "pecados" de aquella época; confesarse abiertamente "rojo".

Rapidamente, el joven Ismael quiso escapar. Primero intentó hacerlo por la parte de atrás de la casa, pero toda ella estaba rodeada, hasta que finalmente, con el valor que le caracterizaba, se dirigió hacia la puerta e intentó huir por ahí. Se libró como pudo de los soldados, pero la gloria le duró poco ya que segundos después sintió como una bala se le clavó directamente en el pulmón. Al no tener otra escapatoria, y encontrándose todavía consciente, se tiró al río para poder escapar por ahí e intentar salvar su vida. Pero todo su esfuerzo fue en vano, ya que la luna llena le traicionó, los soldados lo vieron escondido entre los matorrales y le dieron el tiro de gracia.

Esa misma noche, minutos después de haber matado a Ismael, los falangistas subieron a su casa y, a punta de fusil. obligaron a su madre a que les diera comida y les dejara pasar un rato en la casa para así calentarse. 
Para agudizar el gran dolor de la familia, ni siquiera pudieron enterrarlo dignamente, ya que tuvieron que hacerlo de noche y a escondidas. Parece que ni a eso tenía derecho, sin haberle hecho nada a nadie, simplemente pagó con su vida el haber luchado por lo que creía.

Todo lo que le ocurrió a Ismael estaba preparado. Sus dos amigas tenían que entretenerlo para que él no se diera cuenta de que los soldados iban a buscarlo para acabar con él. La gente del pueblo le delató, esos con los que de pequeño había compartido esas tardes en los prados corriendo. Cabe pensar que la gente lo delató por salvarse a sí mismos, quizá los iban a matar a ellos también, ya sabemos lo que pasaba por aquel entonces. Pero no fue así, sino todo lo contrario, ellos también eran falangistas y parece ser, que al igual que Ismael, también luchaban por sus ideas. "Es triste recordar como un pueblo, en vez de apoyarse y unirse, no lo hizo, las ideas pesaban con fuerza", relata mi fuente.

En la actualidad, setenta y cinco años después, la historia no les ha enseñado nada. Hace unos meses, el ayuntamiento del pueblo decidió poner una placa con su nombre en la calle donde está su casa y varias personas del pueblo recogieron firmas para que no se pusiera. ¿Las razones? Que no se podía cambiar el nombre de una calle porque era como borrar su historia. Eso decían...Pero finalmente se consiguió, ahora la placa encabeza la calle en honor a Ismael Escudero Álvarez. 

"Quizá hoy en día ya no sirve de nada pensar en aquellos años, quizá todo sigue siendo igual y nunca va a cambiar, pero para mí fue una gran persona, digna de respetar y un gran ejemplo a seguir. Quizá lo mejor sería olvidarlo todo. Sin embargo, yo me niego a olvidar, no quiero olvidarlo, quiero continuar relatando esta historia hasta que mi voz aguante porque haré todo lo que esté en mi mano para que ese horror no vuelva a repetirse", relata mi fuente mientras una lágrima cae por su mejilla.

@palomaperezdiez

1 comentario:

  1. Paloma: Tu relato es similar al que me llego a través de abuelos y tios. Salentanos afincados en Merlo. Buenos Aires. Gente del pueblo se opuso a colocar su nombre a su calle, cosa que al fin sucedió no sin controversias. Curiosamente en Google eart, aparece la calle de Allende, que bajando de la plaza se curva hacia la izquierda y a poco linda con el río hasta que cruza el puente del mismo nombre, con el nombre de Calle de Salvador Allende ¿?. Nadie en los foros del pueblo supieron decirme si eso es así, el cambio de nombre. Su ancestral nombre refiere a que conducía "allende" el río cuando el presidente chileno aún no había nacido. Tal vez fue un error de toponimia de Google. Atentamente .

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